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sábado, 25 de abril de 2009

Más ridículo que la condena a Galileo

Juan G. Bedoya entrevista en EL PAÍS al jesuita Juan Masiá Clavel (Murcia, 1941).
Exdirector de la cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, hoy es coadjutor en la parroquia de Rokko, de los jesuitas, en Kobe (Japón); profesor de Bioética en la Universidad Católica Santo Tomás, de la diócesis de Osaka, y colaborador en Tokio de la comisión católica de Justicia y Paz y de la sección japonesa de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz.
Foto EL PAÍS

Mantenella y no enmedalla

¡Es que no paran! Por si nos hubiéramos olvidado que la Iglesia Católica se opuso en su día a la aplicación de la vacuna contra la viruela (juro que es histórico), siguen en sus trece. ¡Como para hacerlos caso!

Los obispos criminalizan al Gobierno por autorizar la selección de embriones

Lee el artículo en EL PAÍS

La autonomía de la temporal

Análisis del teológo Juan José Tamayo publicado en el dario EL PAÍS:

"En los Estados teocráticos o con fuerte predominio de una religión suele producirse confusión entre religión y derecho, ciencia y moralidad, ética civil y moral religiosa, pecado y delito, legalidad y moralidad, que dificulta o impide la autonomía de lo temporal (política, cultura, ciencia, etcétera) y da lugar a conflictos en la esfera pública. Sobre todo a la hora de legislar sobre cuestiones que las religiones o la religión mayoritaria (con frecuencia protegida por el Estado) consideran parte de la llamada ley natural, de la que se creen las únicas intérpretes autorizadas. Entre esas cuestiones están el origen y el final de la vida, la concepción del matrimonio, las relaciones sexuales y todo lo relacionado con las mujeres y los derechos reproductivos y sexuales. Se exige a los poderes públicos que declaren delitos lo que para las religiones son pecados y que se castigue con penas temporales los comportamientos que para las religiones merecen penas y sanciones religiosas -algunas, eternas-.
Dos ejemplos de esta confusión son la homosexualidad y el aborto. En torno a 90 países imponen multas y recurren a la tortura contra los homosexuales y en ocho países musulmanes se les aplica la pena de muerte. Con motivo del 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Francia, en representación de la UE, presentó ante la ONU una declaración a favor de la "despenalización universal" de la homosexualidad. Colectivos musulmanes y cristianos progresistas apoyaron dicha declaración. Sin embargo, el Vaticano opuso una fuerte resistencia, lo que suponía legitimar la condena de millones de gays y lesbianas.
En el debate sobre el aborto sucede algo parecido. Los obispos califican el aborto de crimen y de acto terrorista, consideran su aceptación social como "lo más grave" y afirman que ensombrece la democracia. El Código de Derecho Canónico establece la excomunión latae sententiae para quien procura el aborto (canon 1.398). Pues bien, la jerarquía católica quiere que las penas canónicas tengan su correspondencia en la legislación penal. ¡Como en el nacionalcatolicismo!
El problema de fondo radica en que los dirigentes religiosos no aceptan la laicidad del Estado y de sus instituciones, como tampoco la división de poderes, y ellos mismos se erigen en cuarto poder del Estado; reclaman una especie de derecho de veto en el terreno legislativo; quieren seguir siendo los guías morales de la sociedad y, en fin, no reconocen la autonomía de la moral y del derecho. Se ha producido un importante retroceso tanto en el catolicismo, en relación con el Vaticano II, que defendió la secularización y la separación entre Iglesia y Estado, como en la religión musulmana, inmersa en un proceso de islamización de la política, del derecho, de la ética y de la sociedad.
Las autoridades religiosas están en su derecho a intervenir en el debate ético, político y legislativo, pero sin erigirse en instancia última de legalidad, ni en tribunal inapelable de moralidad, ni en fuente inspiradora del derecho."


Me he permitido poner entero el artículo, porque creo que es absolutamente imprescindible su lectura en el debate que existe ante los intentos de la jerarquía de la Iglesia Católica de discutir y poner en cuestión la capacidad legislativa del Parlamento.

sábado, 18 de abril de 2009

Juan José Tamayo en EL PAÍS


El teólogo palentino (Amusco , 1946) Juan José Tamayo publica en su edición de hoy día 17 de EL PAÍS un artículo que, bajo el título "El integrismo de Benedicto XVI", analiza la involución ideológica y teológica que ha sufrido el teólogo Joseph Alois Ratzinger desde sus primeros trabajos en el seno del Concilio Vaticano II, hasta su proclamación como Papa con el nombre de Benedicto XVI.


"En el momento de su elección Ratzinger tenía 78 años, tres años más de la edad de jubilación de los obispos y uno más que Juan XXIII cuando accedió al pontificado en octubre de 1958. Sin embargo, cualquier parecido entre ambos itinerarios y sus formas de gobernar la Iglesia católica es pura coincidencia. A sus 77 años el diplomático Juan XXIII, sin apenas experiencia pastoral ni conocimiento de los entresijos de la Curia romana, llevó a cabo, contra todo pronóstico, una verdadera revolución copernicana en el seno de la Iglesia: enterró la Cristiandad y dio paso a una estación largos siglos desconocida en el Vaticano: la primavera. El anciano Papa sorprendió al mundo entero con un cambio de paradigma sin precedentes: del anatema al diálogo, de la cristiandad medieval al encuentro con la modernidad, de la rigidez doctrinal al pluralismo teológico, de la condena a la misericordia, de la intransigencia a la tolerancia, de la Iglesia aliada con el trono a la iglesia de los pobres, del tradicionalismo al aggiornamento.
Benedicto XVI ha hecho el viaje inverso: del diálogo con la modernidad a su más enérgica condena; de generoso mecenas de algunos teólogos de la liberación (pagó de su bolsillo la publicación de la tesis doctoral de Leonardo Boff) a inquisidor. El joven Ratzinger inició su trabajo teológico bajo el signo de la reforma de Juan XXIII, quien le invitó a participar como perito en el Concilio Vaticano II junto a otros colegas condenados otrora por Pío XII: los alemanes Karl Rahner y Bernhard Häring, el francés Y. Mª Congar, el holandés Edward Schillibeekcx y el teólogo suizo emergente Hans Küng. No tardó, sin embargo, en distanciarse de todos ellos e incluso de responsabilizarles de los abusos posconciliares, para seguir la senda de la ortodoxia y la escalada hacia el poder, que le llevó primero al arzobispado de Múnich, después al cardenalato, luego a la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, finalmente, a la cúpula del Vaticano."


Leer el artículo completo en "La cuarta página" de EL PAÍS.

viernes, 10 de abril de 2009

Religión e integrismo

El catedrático jubilado de Historia Económica y rector honorario de la Universidad Complutense, Francsico Bustelo publica con este título un interesante artículo en la edición de hoy del diario EL PAÍS.
Aunque no comparto en su totalidad y literalidad los planteamisntos que en él se hacen, sí que me ha parecido muy interesante e ilustrativa su lectura.

Destaco algunas de las opiniones que me parecen más interesantes:

"Religión ha existido siempre y probablemente apareció con la hominización misma, cuando su incipiente racionalidad hizo que nuestros remotos antepasados buscaran una balbuceante explicación, que sólo podía ser sobrenatural, a una naturaleza misteriosa, tan pronto hostil como propicia, de la que dependía el vivir de cada día y la propia supervivencia de la especie. Las divinidades, tanto masculinas como femeninas, a las que había que predisponer favorablemente para atenuar el desvalimiento humano debieron de ser muchas y muy diversas, con referencia casi siempre a lo más presente: el sol, la luna, la tierra, la lluvia, el rayo, los animales."

"La coexistencia de esas religiones fue casi siempre conflictiva, ya que por definición todas ellas se consideran la única verdadera. La historia está llena, así, de guerras de religión y de aberrantes y criminales pogromos."

"Ese afán por mantener la presencia de la religión en la sociedad y que ésta en sus leyes, usos y costumbres aplique siempre los preceptos de la correspondiente ley divina, es el integrismo o fundamentalismo tan presente en el mundo del Islam y en buena parte de la jerarquía católica."

"Cabe esperar así que algún día acabará aceptando el sacerdocio femenino, el matrimonio de los curas, el divorcio, la contracepción, la homosexualidad, incluso el aborto en determinadas condiciones."

"Cuando en los países musulmanes las mujeres sean profesoras, médicas, ingenieras y ministras, hiyabs, chadores y burkas desaparecerán como desaparecieron los refajos, corsés y miriñaques de nuestras abuelas. Entre tanto, respetemos esas tradiciones, aunque sotto voce hagamos votos por que desaparezcan. Lo que ocurrirá algún día cuando, como una bendición del Cielo, ya no haya integristas."

Leer el artículo completo en EL PAÍS.